Carbones encendidos y llamados proféticos
Por Dr. Nicholas J. Schaser
Al comienzo del ministerio profético de Isaías, Dios se le aparece en el Templo. Cuando el profeta confiesa que es un «hombre de labios impuros» (Isaías 6:5), uno de los serafines alados del Señor pone un carbón encendido en sus labios para eliminar su pecado (Isaías 6:6-7). De esta manera, Dios prepara a Isaías para su próxima obra profética. Si bien la inauguración visionaria de Isaías puede parecer extraña o esotérica, la Escritura proporciona un precedente para este evento en la vida profética de Elías; la combinación del toque divino y los carbones encendidos prepara a los profetas para el difícil trabajo de hablar por Dios.
Isaías relata que durante su visión del Templo «uno de los serafines voló hacia mí con un carbón encendido (רצפה; ritzpá) en su mano... y tocó (נגע; nagá) mi boca, diciendo: “Mira, esto ha tocado tus labios; tu culpa es quitada, y tu pecado es eliminado”» (Isaías 6:6-7). Como «serafines» (שׂרפים) proviene de un verbo hebreo que significa «quemar» (שׂרף; saráf), es apropiado que uno de estos seres divinos deba tocar a Isaías con un carbón encendido. Después de esta interacción visionaria, Dios envía a Isaías a su pueblo como un portavoz divino.
El texto bíblico en realidad prepara al lector a esperar que Dios emplee carbones en un encuentro táctil con el profeta. En 1 Reyes 19, cuando Acab y Jezabel matan a los profetas de Israel, un temeroso Elías huye al desierto (1 Reyes 19:3-4). Desesperado hasta el punto de querer morir (1 Reyes 19:4), Elías se duerme y un ángel lo toca tal como los serafines le hicieron a Isaías: «Mira, un ángel tocó (נגע; nagá) [Elías] y le dijo: “Levántate y come”» (1 Reyes 19:5). Cuando Elías despertó, vio delante de él los carbones encendidos: «Y miró, y he aquí, cerca de su cabeza había un pastel horneado en carbones encendidos (רצפים; retzapím) y una jarra de agua» (1 Reyes 19:6). El toque angelical y la comida en los carbones encendidos le proporciona a Elías la energía necesaria para viajar cuarenta días y noches a Horeb (1 Reyes 19:8) para otro encuentro divino que refuerza la misión del profeta. Tanto Elías como Isaías reciben estímulo celestial por medio de la quema de carbones encendidos para cumplir con sus respectivos llamados proféticos.
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