¿Cómo hablaron los profetas?
Por Dr. Ashley E. Lyon
De todos los «tipos» de género en la Biblia, la literatura profética es uno de los más difíciles de entender para los lectores contemporáneos del español. Solo la literatura apocalíptica (piensa en Daniel o Apocalipsis) es ajena a la forma de pensar occidental moderna. En las Escrituras de Israel, los libros proféticos contienen numerosos mensajes hablados, pero estos pueden ser difíciles de entender hoy. Una mirada al idioma original hebreo y a la cultura puede abrir los ojos modernos al poder del antiguo discurso profético.
La poesía hebrea ocupa un lugar destacado en estos oráculos proféticos, y este uso de la poesía enriquece las imágenes y aumenta el poder del mensaje, ¡a veces de formas muy diferentes! Un ejemplo se encuentra en Amós 3:8: «El león ha rugido, ¿quién no temerá? El Señor Dios ha hablado, ¿quién no profetizará». Amós no solo dice: «Dios está enojado». Más bien, dice que «¡un león (אריה; aryé) ha rugido!». La descripción profética de Dios como león rugiente sugiere una intensidad divina y también subraya la posición autoritaria del Señor: así como un león es el «rey de la selva», el Dios de Israel es el Rey de toda la creación. En el extremo opuesto de la jerarquía animal, este mismo Dios dice a través del profeta Oseas: «Soy como un gusano (כעשׁ; ka'ásh) para Efraín, y como podredumbre para la casa de Judá» (Oseas 5:12). En la analogía profética de Oseas, se compara a Dios con una de las entidades más humildes (¡y menos atractivas!) de la tierra, pero las imágenes transmiten el gran impacto de la respuesta del Señor a las personas descarriadas.
A la luz de estas metáforas significativas y de esta retórica afilada, los intérpretes deben tener cuidado al tratar de comprender a los profetas. ¿Cuáles son algunos de los principios que los lectores modernos pueden adoptar para una interpretación profética más precisa? Primero, establece una meta razonable al tratar de comprender un texto en particular. Segundo, toma el simbolismo y la metáfora en serio, pero no demasiado literal. Y por último, pero no menos importante, lee siempre un versículo o pasaje profético dado en su contexto literario; por lo general, el contexto aclarará el contenido. Fuera de estos principios, ¡disfruta de la belleza y la pericia poética de los escritos proféticos!
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