Deshaciendo la creación con las últimas plagas de Egipto
Las diez plagas en contra de Egipto recuerdan las diez expresiones de Dios en el momento de la creación: las diez apariciones de (ויאמר; vayomér), «y él dijo», en Génesis 1 resaltan la creatividad del Señor, y Éxodo presenta diez plagas por las cuales Dios deshace esa creación para liberar a los hebreos de la esclavitud. Cada plaga corresponde e invierte un acto creativo específico, y las últimas plagas —la oscuridad y la muerte del primogénito— no son una excepción [para conocer detalles en cómo las plagas 1-8 encajan dentro de este esquema de la creación, da clic aquí… y aquí… y aquí… y aquí]. De hecho, la plaga de la oscuridad deshace el primer acto de Dios de dar luz a un mundo oscuro. Entonces, la última plaga deshace el último acto de la creación de Dios; la muerte de los primogénitos deshace la aparición de los primeros humanos el sexto día. Al enviar las plagas, Dios está dispuesto a cancelar la creación para garantizar la emancipación de Israel.
La novena plaga cubre a Egipto con una oscuridad que recuerda la oscuridad primordial antes de la intervención divina. Según Génesis: «En el principio... la tierra estaba sin forma y vacía, y la oscuridad (חשׁך; jóshej) estaba sobre la faz del abismo» (Génesis 1:2). Dios se encuentra con la oscuridad al invocar a la primera luz al mundo, y luego separa «la luz de la oscuridad (חשׁך; jóshej)» (Génesis 1:4). En Egipto, Dios permite que la oscuridad invada la luz, revirtiendo así el primer acto creativo: «El Señor le dijo a Moisés: “Extiende tu mano hacia los cielos para que haya oscuridad (חשׁך; jóshej) sobre la tierra de Egipto, una oscuridad que se puede sentir”. Y Moisés extendió su mano hacia los cielos y hubo una oscuridad (חשׁך; jóshej) espesa sobre toda la tierra de Egipto durante tres días... pero todos los hijos de Israel tenían luz en sus viviendas» (Éxodo 10:21-22). Al permitir que la luz permaneciera en medio de Israel, Dios una vez más separó la luz de la oscuridad, tal como lo hizo en la creación. Esta vez, sin embargo, Dios invierte el proceso creativo al traer la oscuridad a una tierra iluminada.
Después de que Dios envía la décima y la última plaga, todos los egipcios primogénitos perecen, de modo que «hubo un gran clamor en Egipto, porque no había una casa en la que no hubiera muerte (מת; mét)» (Éxodo 12:30). Junto con los seres humanos primogénitos, incluso los primogénitos del ganado de Egipto expiraron (Éxodo 12:29). Esta descripción de la muerte invierte el trabajo creativo de Dios del sexto día, día en el que Dios creó tanto al ganado como a la humanidad, y el día que incluye la frase «el aliento de vida» (נפשׁ חיה; néfesh jayá; Génesis 1:30). Más aún, Dios insufla «el aliento de vida» en la humanidad en Génesis 2:7. En la medida en que tanto los animales como los humanos reciben «vida» el sexto día, la muerte de la última plaga deshace la creación inicial. Finalmente, cuando Faraón ordena a los israelitas que se vayan, le dice a Moisés y Aarón: «Tomen sus rebaños y manadas... y váyanse y bendíganme (ברך; baráj)» (Éxodo 12:32). Esta referencia faraónica a la «bendición» hace eco de la decisión de Dios de «bendecir» (ברך; baráj) tanto a los humanos como a los animales el sexto día (Génesis 1:22, 28). Sin embargo, en Éxodo el rey de Egipto pide bendición en medio de la muerte, mientras que Dios otorga bendición a través de la vida. De esta manera, las últimas plagas invierten los primeros días de Génesis y resaltan la voluntad de Dios de deshacer la creación cuando esta conduce a la salvación de Israel.
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