¿El «alma» o el «espíritu»?
Por Dr. Nicholas J. Schaser
En muchos discursos contemporáneos el «alma» es distinta del cuerpo y es el asiento de la emoción, el intelecto o la integridad. Sin embargo, esta visión del alma proviene de la filosofía griega más que de la teología hebrea. Platón afirma que el «alma» adquiere «autodisciplina y justicia junto con sabiduría», lo que demuestra que «el alma es más preciosa que el cuerpo» (República 9.591b). Los autores de la Biblia hebrea, sin embargo, no compartieron esta visión dicotómica de «cuerpo» y «alma»; para ellos, la palabra que frecuentemente se traduce como «alma» (נפש; néfesh) debe entenderse como el «yo» o el «ser» físico. En lugar de un «alma» que anima el cuerpo, la Biblia describe un «espíritu» dado por Dios (רוח; rúaj) que anima a la humanidad.
Según Génesis, Dios anima a la primera persona al respirar dentro del cuerpo humano: «El Señor Dios... sopló en su nariz el aliento (נשׁמה; neshamá) de la vida, y el humano se volvió un ser viviente (נפשׁ; néfesh)» (Génesis 2:7). La palabra para «ser» en este versículo es el mismo término que muchas traducciones en español traducen como «alma». Sin embargo, aquí Dios respira en el humano para crear un «ser» viviente o «persona» (נפשׁ; néfesh) en lugar de un «alma» abstracta. El Señor imbuye a la humanidad con el «aliento» (נשׁמה; neshamá) de la boca de Dios, que el salmista asocia con el «espíritu» divino (רוח; rúaj): «Con la palabra del Señor se hicieron los cielos; y todo el ejército de ellos por el espíritu de su boca (רוח פיו; rúaj pív)» (Salmo 33:6). La deidad imparte el aliento divino que constituye el espíritu humano.
Mientras que Génesis 2 se refiere al «aliento de vida» (נשׁמת חיים; nishmát hayím), el «espíritu de vida» aparece poco después. Antes del diluvio, Dios decide «destruir toda carne, en la cual está el espíritu de vida (רוח חיים; rúaj hayím)» (Génesis 6:17; consultar Génesis 7:15, 22). Estas frases similares resaltan la conexión entre el «aliento» divino que forma el «espíritu» humano. De hecho, la mayoría de las traducciones al español traducen «espíritu de vida» como «aliento de vida», ya que los conceptos están muy relacionados. Mientras que los griegos plantean un «alma», los hebreos hablan del «espíritu» que Dios respira en los seres humanos.
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