¿El Edén existió en el desierto?
Por Dr. Nicholas J. Schaser
Al final de Génesis 3, Dios expulsa a los primeros seres humanos del Edén. Lo cierto es que Dios permanece con la pareja fuera del jardín y Eva da a luz a su primer hijo «con [la ayuda del] Señor» (Génesis 4:1), pero Adán y Eva nunca regresan a su morada inicial. Sin embargo, muchos años después, el jardín de Dios reaparece en el lugar más improbable: el desierto entre Egipto y Canaán. El campamento en el desierto de Israel sirve como un nuevo Edén en el que el pueblo elegido continúa la comunión con Dios que comenzó en el jardín.
Los capítulos iniciales de Génesis describen la creación de la humanidad por parte de Dios, la intimidad divino-humana en el jardín y la expulsión final del Edén. En el sexto día, «Dios creó a la humanidad a su imagen; a imagen de Dios la creó; varón y hembra (זכר ונקבה; zajár u’nekevá) los creó» (Génesis 1:27). En una descripción más específica de la creación del primer humano, Dios «sopló en su nariz el aliento de vida y el humano se convirtió en una persona viviente (נפשׁ; néfesh)» (Génesis 2:7). Como respuesta al consumo del fruto prohibido, «Dios envía fuera (שׁלח; shaláj) [a la pareja] del jardín del Edén… y los querubines habitaron (שׁכן; shaján) al Este del jardín» (Génesis 3:23-24). Todo este idioma hebreo en Génesis —«varón y hembra», la vida de una persona, el acto de enviar fuera y la morada divina— reaparece cuando los esclavos hebreos recién liberados vagan por el desierto.
Después de que los israelitas construyeran su campamento móvil en el desierto del Sinaí, Dios le habla a Moisés y le dice: «Manda a los hijos de Israel que envíen fuera (שׁלח; shaláj) del campamento a todo el que tenga una enfermedad de la piel... y al que se vuelva inmundo por el [contacto con] una persona [muerta] (נפשׁ; néfesh). De varón a hembra (זכר עד נקבה; zajár ad nekevá) enviarás fuera (שׁלח; shaláj)... para que no contaminen su campamento, en medio del cual yo habito (שׁכן; shaján)» (Números 5:1-3). El mandamiento de Dios hace eco e invierte lo que ocurre en el Edén. Las similitudes incluyen a varones y hembras impuras que son enviados fuera del campamento tal como el primer varón y la primera hembra fueron enviados fuera del Edén. Sin embargo, la escena del desierto también difiere de Génesis en su mención del contacto con una persona muerta —exactamente lo contrario de la persona viviente que recibe el aliento creativo de Dios—. Estos ecos del Edén resaltan una realidad importante que podría no registrarse sin un conocimiento del hebreo: mientras los israelitas vagan por el desierto, Dios ordena que el campamento sea un nuevo jardín, en el que el Señor habita y se comunica con la humanidad.
De hecho, el campamento se convierte en una versión aún más esperanzadora del Edén en la medida en que, a diferencia de Adán y Eva, los que son enviados fuera pueden regresar. Más adelante en Números, Dios especifica que cualquiera que sea contaminado por una enfermedad de la piel o por el contacto con un cadáver, puede regresar al campamento después de solo «siete días» (Números 12:14-15; 19:11, 14-16; 31:19). Una vez más, la experiencia del desierto hace eco de la creación según Génesis, en el que Dios organiza los cielos y la tierra en solo siete días. De esta manera, la Torá revela que la vida en el desierto incluye una morada edénica donde Dios y la humanidad caminan juntos mientras anticipan la vida compartida en la tierra prometida.
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