¿El pacto de Dios estuvo basado en la bendición robada?
La mayoría de los creyentes luchan con la figura bíblica de Jacob cuando consideran su vida en la privacidad de sus pensamientos. La pregunta básica que hacen es: ¿cómo puede un ladrón, un mentiroso y un cobarde ser considerado el padre del pueblo de Dios, Israel?
Isaac, el anciano y ciego, tuvo dos bendiciones diferentes para sus hijos. Una fue la bendición del primogénito preparada para Esaú, y la otra, fue la bendición de Abraham preparada para Jacob. La primera fue una bendición general de prosperidad y poder, pero la segunda tuvo que ver con una bendición especial de Abraham:
«El Dios Todopoderoso te bendiga, te haga fructífero y te multiplique, para que llegues a ser una compañía de pueblos. Y te dé la bendición de Abraham, a ti y a tus descendientes contigo, para que heredes la tierra en la cual eres extraño, la que Dios dio a Abraham» (Génesis 28: 3-4).
El lugar de Jacob en el pacto no se basó en la bendición que robó, sino en la bendición que Isaac le dio antes de partir hacia Padán Aram. De hecho, Jacob (en su regreso de Harán y antes de encontrarse con Esaú) envió reparaciones a Esaú; reconociendo así honestamente el pecado de su juventud. Al hacerlo, devolvió lo que había robado (Génesis 32:1-21). Antes de conocer a Esaú, el encuentro de Jacob con el ángel del Señor le permitió superar hasta sus temores (Génesis 32:22-30).
En su vida, Jacob experimentó lo contrario de las cosas descritas en la bendición robada (prosperidad y poder), mientras que al mismo tiempo, su vida se desarrolló de acuerdo con la gran bendición del pacto que Isaac le había otorgado (Génesis 47:9). La prosperidad y el poder le pertenecían a Esaú (Génesis 27:28-29), pero Dios le había prometido a Jacob la bendición de Abraham, una herencia eterna de hijos y de la tierra (Génesis 28:1-5).
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