Ester y José (Parte II)
Por Dr. Nicholas J. Schaser
En la Parte I de nuestro estudio sobre Ester y José, vimos que Ester llega a la fama como José, pero Amán también adquiere autoridad en Persia de la misma manera que la tuvo José en Egipto; si bien Ester adopta los temas y el lenguaje de la historia de José, lo hace para resaltar la gravedad de la situación de los judíos bajo Amán. El autor de Ester se basa en la historia de José para mostrarle al lector que, desafortunadamente, las cosas empeoran antes de mejorar.
El destino que sufre José en las manos de sus hermanos presagia la amenaza de Amán contra todos los judíos de Persia. Después de que los hermanos de José lo arrojaran a un pozo, «los comerciantes madianitas... lo vendieron (מכר; majár) a los ismaelitas por veinte piezas de plata (עשׂרים כסף;‘ esrím késef)» (Génesis 37:28). Mientras que solo un hebreo fue vendido a Egipto —y por solo veinte piezas de plata— en Ester todo el pueblo de Dios se «vende» por mucho más que el precio de José. Amán declara: «¡Que se decida que [los judíos] sean destruidos, y yo pagaré diez mil talentos de plata (עשׂרת אלפים ככר כסף; ‘eséret ‘alafím kikár késef)!» (Ester 3:9). A la luz de esta persecución judía bajo Amán, Ester le dice al rey que, al igual que José, «hemos sido vendidos (מכר; majár), yo y mi pueblo, para ser destruidos» (Ester 7:4). La amenaza contra Ester y su pueblo es una versión aún más severa de lo que le sucedió a José.
En respuesta a la amenaza de Amán, Ester planea la salvación de su pueblo, así como José salvó al pueblo de la hambruna. José le dice a Faraón que «designe supervisores (יפקד פקדים; yafkéd pekidím) y que les permita reunir (קבץ; kavétz) toda la comida de estos buenos años que están por venir y almacenar el grano» (Génesis 41:34-35). El mismo idioma hebreo describe la entrada de Ester en el harén del rey, del cual emerge como reina y salva a todo su pueblo judío. Los sirvientes del rey persa le dicen que «designe supervisores (יפקד פקדים; yafkéd pekidím)... para reunir (קבץ; kavétz) a todas las jóvenes vírgenes hermosas para el harén en Susa» (Ester 2:3). Por un lado, los «supervisores» en Persia «reúnen» mujeres como los «supervisores» en Egipto «recolectan» grano, que resalta la visión objetiva de los persas sobre sus sujetos femeninos en la historia, así como el nivel de adversidad que Ester necesitará superar como mujer en el Imperio. Pero también, así como el grano que José decretó recolectar en Egipto salvaría al pueblo del hambre, las mujeres reunidas en Persia incluirían a Ester —la que salvaría a su pueblo de la destrucción—. Por lo tanto, el autor de Ester hace eco de la última parte de Génesis para alertar al lector de que, como José, Ester se levantará de su humilde condición para convertirse en la salvadora de su pueblo.
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