La gracia de Dios y la Ley de Moisés
«Lo nuevo está oculto en lo viejo; lo viejo está revelado en lo nuevo», dijo Agustín. El principal logro de esta cita es que se opone audazmente a la tendencia general entre muchos creyentes cristianos en yuxtaponer dos partes de la Santa Biblia.
En la mayoría de las traducciones, declaraciones como «Porque la Ley llegó por medio de Moisés, pero la gracia y la verdad fueron llegaron por medio de Jesucristo» (Juan 1:17), parecen implicar precisamente esa yuxtaposición (contradicción). Incluso cuando la traducción es más literal («Porque la Ley fue dada a través de Moisés; la gracia y la verdad se realizaron a través de Jesucristo») los lectores presumen automáticamente el contraste.
La palabra traducida como Ley (νόμος) debe traducirse como Torá/Pentateuco, porque este fue el significado principal de la palabra cuando fue utilizada por los judíos en el siglo I. La «gracia» y la «verdad» son mucho menos problemáticas, pero todavía no ponen de manifiesto el énfasis del hebreo hablado detrás del griego escrito. Por lo tanto, debemos leer Juan 1:17 de la siguiente manera: «La Torá llegó a través de Moisés y el amor inquebrantable (חסד; jésed) y la verdad (אמת; emét) llegaron a través de Jesucristo». La gracia y la verdad de Dios se pueden ver claramente en la Torá de Moisés, mientras que en el Cristo judío se muestran en su máximo grado/expresión.
Lo contrario de la Ley nunca fue la gracia, sino la anarquía. Lo opuesto a la gracia nunca fue la Ley, sino la desgracia.
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