¿Las apariencias le importan a Dios?
Por Dr. Nicholas J. Schaser
Cuando Samuel unge a David en Belén, Dios le dice al profeta que no se enfoque en las apariencias externas. Cuando Samuel asume que el hermano mayor de David, Eliav, será el ungido, «el Señor le dijo a Samuel: "No mires su apariencia ni lo grande de su estatura, porque lo he rechazado. Porque [el Señor] no [ve] como ve un ser humano: el hombre ve con los ojos, pero el Señor ve dentro del corazón”» (1 Samuel 16:7). Pero cuando David viene de cuidar las ovejas de su padre, le Escritura dice que «era trigueño y de ojos hermosos y de buena vista, y el Señor dijo: “Levántate, úngelo, porque es él”» (1 Samuel 16:12). La primera palabra divina a Samuel especifica que Dios no favorece las apariencias externas, pero la segunda parece sugerir que Dios elige a David con base a su apariencia favorable. ¿Cuál es? ¿Hay alguna contradicción en estos versículos? La resolución reside en el idioma hebreo original, lo que muestra que David no es elegido por ningún indicio físico de destreza militar o distinción real, sino por el contenido de su corazón.
Cuando Samuel asume que Eliav debería ser rey con base a su condición de primogénito y su físico imponente, Dios le dice al profeta: «No mires su apariencia (מראהו; marehú) ni la altura de su estatura (גבה קומתו; gevóha qomató), porque lo he rechazado. Porque [el Señor] no [ve] como ve un ser humano: el hombre ve con los ojos, pero el Señor ve dentro del corazón» (1 Samuel 16:7). La referencia a la «altura» de Eliav (גבה; gevóha) anticipa la próxima descripción de Goliat: «su altura (גבהו; govhó) era de seis codos y un palmo» (1 Samuel 17:4). Este lenguaje también recuerda la descripción del primer rey de Israel, Saúl, quien era «más alto (ויגבה; va’yigbá) que cualquiera de los del pueblo desde sus hombros hacia arriba» (1 Samuel 10:23; consultar 1 Samuel 9:2). A la luz del inminente encuentro con el gigante filisteo, uno podría esperar que el excepcionalmente alto Saúl participara en la batalla, o que Dios designara a Eliav para el liderazgo, pero la decisión divina de ungir a David no se basa en la estatura física.
Si bien David no es tan alto como su hermano mayor o Saúl, la Biblia todavía dice que el joven pastor tenía «ojos hermosos y era agradable a la vista» (1 Samuel 16:12). ¿No sugiere esta descripción que la apariencia externa del niño juega un papel en su unción? La apariencia de David es significativa, pero no porque refleje suposiciones convencionales sobre el militarismo, la masculinidad o la realeza. De hecho, los «hermosos ojos» de David (יפה עינים; yafé einayím) recuerdan un modismo hebreo usado en otros lugares de una mujer estéticamente impactante. En su descripción de las hijas de Labán, Génesis afirma: «Los ojos de Lea (ועיני לאה; ve'eináy Leah) eran débiles, pero Raquel era hermosa (יפה; yafá) en semblante y hermosa en apariencia (ויפת מראה; yefát maré)». (Génesis 29:17). El hecho de que David tuviera hermosos ojos sugiere que sus rasgos eran «bonitos» (יפה), una apariencia externa normalmente indicativa de feminidad según las convenciones estéticas del antiguo Cercano Oriente (consultar Génesis 12:12-14; Deuteronomio 21:11; 1 Samuel 25:3; 2 Samuel 13:1; 14:27; 1 Reyes 1:3-4; Ester 2:7; Job 42:15; Proverbios 11:22; Cantares 1:8; 5:9; 6:1 ; 7:1; Amós 8:13).
Es por eso que las Escrituras dicen que cuando Goliat «vio a David, lo menospreció porque era un muchacho [que] era rubio y de hermosa apariencia (יפה מראה; yefé maré)» (1 Samuel 17:42). Goliat no se ve amenazado por la delicada fachada de David, pero el coloso no sabe que Dios mira hasta la médula. Antes de ir a la batalla, David le había dicho a Saúl: «Que el corazón de nadie (לב; lév) desfallezca a causa de [Goliat]. Tu siervo irá y peleará con el filisteo» (1 Samuel 17:32). Si bien el filisteo físicamente imponente puede burlarse del hermoso pastorcillo, Dios sabe que David tiene el corazón más fuerte de todos en Israel. Una lectura atenta del hebreo bíblico revela que no hay contradicción en que el Señor elija a David como rey: mientras que Samuel asume que la realeza debe basarse en la altura y la fuerza, como la de Eliav, Saúl o Goliat, Dios elige a David a pesar de no tener estos indicadores corporales externos; en cambio, el cielo designa a los seres humanos con base en el corazón interior.
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