Las virtudes de los justos en el cielo - 3 Barúj
Por Pinchas Shir
Este es un extracto de la antigua literatura judía: «El Apocalipsis de Barúj» o «3 de Barúj» (siglo I/II d.C.). El libro de Apocalipsis fue escrito en el mismo género que este relato de visiones celestiales. Ten en cuenta las similitudes de temas y lenguaje (por ejemplo: Apocalipsis 3:8, Apocalipsis 8:3-4) y la forma en que el dominio celestial es descrito por este antiguo autor judío.
«Y tomándome de esto, el ángel me llevó al quinto cielo. Y la puerta estaba cerrada. Y dije: “Señor, ¿se abrirá la puerta para que podamos entrar?” Y el ángel me dijo: “No podemos entrar hasta que venga Miguel, el poseedor de las llaves del reino de los cielos. Pero espera y verás la gloria de Dios”. Y hubo un gran ruido como un trueno, y dije: “Señor, ¿qué es este ruido?” Y él me dijo: “Miguel, el jefe supremo, está descendiendo para recibir las oraciones de los hombres”. Y he aquí una voz: “¡Que se abra la puerta!” Y se abrieron, y hubo un grito como de un trueno. Y llegó Miguel, y el ángel que estaba conmigo fue a su encuentro y le hizo una reverencia y le dijo: “Salve, jefe supremo de todo nuestro regimiento”.
Y Miguel, el jefe supremo, dijo: “Salve, tú también, hermano nuestro, intérprete de las revelaciones para aquellos que pasan por la vida justamente”. Y después de saludarse, se quedaron quietos. Y vi a Miguel, el jefe supremo, agarrar un cuenco muy grande, cuya profundidad era tan grande como del cielo a la tierra, y su ancho tan grande como de Norte a Sur. Y le dije: “Señor, ¿qué es lo que está sosteniendo el arcángel Miguel?”. Y él me dijo: “Aquí es donde se llevan las virtudes de los justos y las buenas obras que hacen, que son traídas ante el Dios celestial”. Y mientras hablaba con ellos, he aquí que vinieron ángeles con canastas llenas de flores y se las dieron a Miguel. Y le pregunté al ángel: “Señor, ¿quiénes son estos y qué es lo que llevan?...” Y el ángel me dijo: “Estas flores antes mencionadas son las virtudes de los justos...” Y Miguel estaba grandemente angustiado y también el ángel conmigo, porque no habían llenado el cuenco». (3 Barúj 11-12).
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