¿Por qué fluir con «leche y miel»?
Por Dr. Nicholas J. Schaser
Cuando Moisés encuentra a Dios en la zarza ardiente, el Señor le dice: «He descendido para liberarlos [a mi pueblo] de mano de los egipcios y para sacarlos de aquella tierra a una tierra buena y espaciosa, una tierra que fluye con leche y miel (הלב ודבשׁ; jaláv u’devásh), al lugar de los cananeos, de los hititas, de los amorreos, de los ferezeos, de los heveos y de los jebuseos» (Éxodo 3:8). Muchas veces después de esto, Dios repite que los israelitas se dirigen a una tierra que fluye con leche y miel (consultar Éxodo 3:17; 13:5, 33:3; Levítico 20:24). ¿Se ha preguntado por qué Dios describe la tierra de Canaán como aquella que fluye con «leche y miel»? ¿Por qué no una tierra como Havila (ver Génesis 2:11-12) donde abundaba el «oro» (זהב; zaháv), «bdellium» (בדלח; bedólaj) y «piedras de ónice» (אבן השׁהם; éven ha’shohám)? Una de las principales razones por las que Dios dirige al pueblo a una tierra que fluye con leche y miel es porque la forma natural en que los recursos se producen, refleja el deseo divino por vida abundante en la tierra de Dios.
Muchos lectores se desalientan por la violencia registrada en el libro de Josué cuando los israelitas entran a Canaán y expulsan o eliminan a los habitantes anteriores. Las ocasiones (relativamente pocas) para la destrucción total (Josué 8:22; 10:30-40; 11:8-11; consultar Deuteronomio 20:16) podrían hacer que parezca que todo el objetivo de la conquista de Canaán fue para que los hebreos extrajeran vida de la tierra. Sin embargo, hay otro lado en la narrativa de la conquista que celebra la vida, y una «tierra que fluye con leche y miel» nos da una pista del objetivo final de Dios para la existencia en esa tierra: la leche y la miel son dos recursos que no necesitan la muerte en su producción; las vacas, las ovejas y las cabras dan leche sin que sea necesaria su muerte y el trabajo de las ovejas es proliferar la miel.
No solamente la leche y la miel no necesitan la muerte, sino que estos productos solo son posibles a través de una vida saludable en abundancia, es decir, los animales que proveen la leche deben ser debidamente cuidados y estar saludables si van a seguir produciendo leche, y tanto las abejas como las flores que polinizan, tienen que estar vivas para que la miel se pueda almacenar. De hecho, la promesa bíblica de la «leche» y la «miel» va de la mano con la expresión de la vida continua: «en aquel día un hombre mantendrá viva (יחיה; yihyé) una novilla y dos ovejas y debido a la abundancia de leche (חלב; jaláv) que dan, comerá cuajada, porque el que quede en la tierra comerá cuajada y miel (דבשׁ; devásh)» (Isaías 7:21-22). El objetivo final de Dios para la tierra, así como para los humanos y animales, es vida abundante. La propia misión mesiánica de Yeshua se alinea con el motivo bíblico de vida, que señala la tierra que fluye con leche y miel. Jesús proclama: «¡Vine para que tengan vida y la tengan en abundancia!» (Juan 10:10).
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