Primero déjame enterrar a mi padre
Jesús dio una de las afirmaciones más inquietantes en respuesta a un discípulo potencial que pidió «tiempo libre». Antes de comprometerse completamente con el servicio a Dios, este hombre primero necesitaba enterrar a su padre. Jesús le dijo: «Deja que los muertos entierren a sus muertos, pero tú, ve y anuncia por todas partes el reino de Dios» (Lucas 9:60).
Jesús explicó: «Nadie, que después de poner la mano en el arado mira atrás, es apto para el reino de Dios» (Lucas 9:62). En otras palabras, no se puede seguir mirando atrás y arar un surco recto. La proclamación del reino de Dios requiere compromiso completo y urgente.
Pero, ¿cómo es posible que el Mesías de Israel pida a sus seguidores que desobedezcan uno de los 10 mandamientos: honrar al padre? (Éxodo 20:12).
[caption id="attachment_2325" align="alignright" width="300"] Tumba Talpiot de Jerusalén (osarios judíos). Cajas de hueso usadas para un entierro secundario.[/caption]La respuesta tiene que ver con la práctica judía de un entierro secundario del siglo I. Durante el entierro inicial, el difunto era colocado en la cueva durante un periodo prolongado hasta que, después de la desintegración completa del cuerpo, solo quedaban los huesos. Luego, las personas que estaban entrenadas según la Ley judía para tratar con cadáveres, recolectaban los huesos y los colocaban en una caja para huesos (osario). Este osario se depositaba en otra cueva con muchos otros osarios para un descanso permanente.
Jesús no le pidió al hombre que descuidara el entierro de su padre. Atender un funeral es una de las cosas más importantes que un judío puede hacer según la tradición judía antigua y moderna. Más bien Jesús le estaba diciendo que los profesionales entrenados para tratar con cadáveres, estaban más que capacitados en transferir los huesos del padre cuando llegara el tiempo señalado. No tenía excusa para no unirse inmediatamente a Jesús si realmente quería hacerlo.
La razón y la ética no necesitan sacrificarse en el altar de la fe. Las palabras profundas de Jesús a este renuente discípulo lo llamaron a un compromiso urgente para proclamar el reino de Dios, tal como somos llamados a hacer lo mismo.
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