¿Qué hizo que el buen samaritano fuera tan bueno?
Por Pinchas Shir
¿Quién no ha escuchado la parábola del buen samaritano (Lucas 10:25-37)? Durante siglos, la historia de Jesús ha inspirado a las personas a ayudar a sus vecinos. Pero hay partes de la historia que pueden pasar desapercibidas si no estamos familiarizados con el judaísmo del siglo I. ¿Qué hizo que el buen samaritano fuera tan bueno? Una razón puede ser que vio lo que él creyó que fue un cadáver a un lado del camino (el samaritano no sabía que la persona estaba viva) y no ignoró el cadáver como lo hicieron otros.
En la cultura judía el no ser enterrado se percibía como una maldición. Elías profetizó que Jezabel enfrentaría este horrible destino y, de hecho, su cadáver fue destrozado por perros salvajes (2 Reyes 9:34-35). En el exilio babilónico, un hombre justo llamado Tobit enterró secretamente los cuerpos de otros judíos a quienes el rey había matado (Tobit 1:16-20; c. siglo II a.C.). La Mishná conserva el pensamiento rabínico sobre el tema. «Un sumo sacerdote y un nazir [una persona que hizo un voto nazareo] no deberá contaminarse, ni siquiera por su padre o por su madre (Levítico 21:11), pero puede hacerlo por un cuerpo muerto abandonado» (M. Nazir 7:1). Para los antiguos rabinos, incluso la pureza sacerdotal fue secundaria a los actos de bondad.
De hecho, la Torá asocia las cosas muertas con la impureza ritual, y Moisés no dio ninguna orden que obligara a alguien a enterrar un cuerpo abandonado. Los que pasaron al supuesto cadáver al lado del camino podrían haber tenido misericordia, pero en lugar de ello, siguieron la letra de la ley. En tiempos de Jesús, enterrar un cuerpo del que nadie más se haría cargo, fue visto como un acto altamente ético, como un acto desinteresado de bondad que no se puede devolver. Yeshua preguntó: «¿Cuál… demostró ser prójimo… y él dijo: “el que tuvo misericordia de él”» (Lucas 10:36-37). En la enseñanza de Yeshua (ἔλεος; helios), «compasión», «misericordia» o «bondad amorosa», (חֶסֶד; jésed) hacia otras personas, supera todos los demás mandamientos. Un samaritano era un forastero, sin la obligación de cuidar el cadáver de un judío, sin embargo, mostró compasión y, por lo tanto, actuó como un buen prójimo.
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