Calumnia en el pensamiento hebreo
Por Pinchas Shir
El Salmo 15 comienza con la pregunta: «¿Quién puede vivir en la tienda de Dios, en su monte santo?» (Salmo 15:1). En otras palabras, ¿qué tipo de persona puede estar cerca del Todopoderoso? ¿Quién puede ocupar el mismo espacio con un Dios santo y perfecto? El salmista responde a esta pregunta describiendo a una persona así: «El que no calumnia con su lengua, ni hace mal a su prójimo, ni avergüenza a su amigo» (Salmo 15:3). El discurso de una persona tan digna no debe ser calumnioso ni difamatorio. En consecuencia, las acciones de tal persona no serían para el mal y no llevarían a la vergüenza o al reproche de ninguno de sus parientes o asociados. Pero, ¿qué es exactamente la «calumnia»? La mayoría entendería este término como «testimonio falso», pero el idioma hebreo ofrece una perspectiva mucho más profunda.
Cuando el Salmo describe a una persona que «no calumnia con su lengua», lo hace de una manera increíblemente vívida. Las traducciones en español no captan completamente este matiz. El verbo para «calumniar» en hebreo es (רָגַל; rágal). Comparte su raíz con el sustantivo (רֶגֶל; régel) que significa «pie». La palabra para «soldado de infantería» o miembro de la infantería es (רַגְלִי; raglí). Muchas palabras en hebreo pueden originarse a partir de esta raíz básica. Por ejemplo, las tres «fiestas de peregrinaje» en la Biblia se llaman (רְגָלִים; regalím), literalmente fiestas por las que «se viaja a pie». Finalmente, una palabra para «espías» en hebreo es (מְרַגְּלִים; meraglím), alguien que «explora a pie». Pero, ¿qué tienen que ver los «pies» con el discurso calumnioso? Hay una conexión clara, pero solo se puede ver en hebreo.
La respuesta del salmista comienza describiendo a una persona que «camina con integridad» (Salmo 15:2). Y este «andar» incluye pensamientos, habla y acciones que pueden llevar a la calumnia, a la ofensa y al desprecio (Salmo 15:3). El calumniador literalmente recorre la reputación de alguien con su lengua; calumniar es como pisotear a otra persona. Esta es la imagen mental de la calumnia que pinta el verbo hebreo; algo mucho más atroz que algunas declaraciones falsas, y mucho más pesado que un comentario denigrante. Calumniar a otras personas es pisotear su propia personalidad. En lugar de pasar por alto a los demás, los Salmos animan al lector a ser alguien que pueda decirle a Dios: «En tu fidelidad camino» (Salmo 26:3).
You can learn more profound insights (CLICK HERE for more)