¿El nombre de Dios y la física cuántica?
Por Dr. Yeshaya Gruber
«¡Einstein, no le digas a Dios qué hacer!» Esta fue la famosa réplica de Niels Bohr —uno de los creadores de la física cuántica— al científico más célebre del siglo XX. Albert Einstein había sido infeliz con lo que él llamó la «escalofriante» teoría cuántica, que implicaba que la realidad era casi aleatoria, ilógica, imposible de entender. En el nivel observable más fundamental de la existencia física, las más pequeñas expresiones de energía y masa se comportaban de una manera que era absolutamente desconcertante. Como a muchas personas, a Einstein le resultó difícil aceptarlo, y por eso argumentó que «Dios no juega a los dados» (es decir, el universo natural es —o «debería» ser— ordenado).
Sorprendentemente, la antigua Biblia hebrea tiene algunas cosas en común con la física cuántica moderna. En realidad, la Biblia expresa una visión general bastante similar del universo. Kohélet o Eclesiastés 7:24, es uno de los muchos versos que hablan del gran misterio insondable de la realidad: «¡Lo que ha llegado a existencia está muy lejos y es profundo, profundo! ¿Quién lo descubrirá?» (Comparar por ejemplo, Isaías 40:28, 55:8-9; Salmo 92:5-6, 139:6; Job 5:9, 11:7; Eclesiastés 3:11, 8:17.) Probablemente Bohr hubiera disfrutado estos versos más que Einstein.
Otra similitud posible entre la física cuántica y la Biblia hebrea se relaciona con el nombre de las cuatro letras de Dios ( יהוה; YHVH). La gente se ha preguntado y discutido sobre este nombre durante muchos siglos. Un gran número de teorías diferentes tratan de definir su pronunciación correcta y su significado original. Una de las ideas más populares es que el nombre de la Biblia hebrea para Dios es un verbo que expresa el tiempo pasado, presente y futuro a la vez. De acuerdo con esta interpretación, el nombre YHVH significa algo así como «el que es, fue y será». Esta es una idea muy antigua que puede remontarse a la traducción judeo-griega de la Septuaginta (ca. 200 a.C.) y al libro de Apocalipsis (siglo I d.C.).
Si tuviéramos que traducir este entendimiento del nombre de Dios al lenguaje de la física cuántica, podríamos llamarlo «una superposición de todos los estados posibles». De hecho, la mecánica cuántica postula que las partículas u ondas que aparentemente conforman a nuestro universo (y a nosotros) pueden existir en todos los estados posibles al mismo tiempo —hasta que alguien realice una «medición»—. Una vez que se mide la ubicación de una partícula, se «colapsa» en una única ubicación específica. Quizás es similar con el nombre de Dios, YHVH: comunica el Ser en todos los estados, dimensiones y tiempos simultáneamente —y si intentas definir el significado más específicamente, lo terminas reduciendo a un solo aspecto—.
Esta no es la única manera posible de entender el nombre (יהוה; YHVH), y ni siquiera es necesariamente la más plausible. Para aquellos que deseen saber más, he preparado un curso sobre el nombre de Dios que analiza su intención, significado, pronunciación, historia e interpretación en las tradiciones judías y cristianas, y más. La realidad puede ser compleja e insondable, ¡pero esa no es razón para no estudiarla!
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