El problema con los enemigos
Por Pinchas Shir
El Salmo 112:8 menciona a una persona victoriosa que «mira con satisfacción a sus adversarios».
«Asentado está su corazón, no temerá.
עַד אֲשֶׁר־יִרְאֶה בְצָרָיו (ad ashér yiré vetzaráv)
Hasta que mire con satisfacción a sus
adversarios» (Salmo 112:8).
De hecho, (צַר; tzar) puede significar literalmente «un enemigo» o «un adversario» (Génesis 14:20 o Números 10:9), pero a veces el hebreo utiliza este término de forma idiomática o figurativa (1 Samuel 2:32, Isaías 26:16, Salmo 4:2). Un significado más preciso y literal de (צַר; tzar) sería «alguien (o inclusive algo) que causa problemas o adversidad». Es una idea mucho más amplia que la de enemigo. El sustantivo hebreo (צָרָה; tzará) significa «problema», «aflicción», «angustia», «adversidad» o incluso «dolor». El Salmo 18:7 dice: (בַּצַּר־לִי אֶקְרָא יהוה ; betzár li ekrá Adonái) «en mi angustia llamé al Señor...». El concepto se origina del verbo hebreo (צָרַר; tzarár), que significa «atar», «agrupar», «presionar», «perseguir», «tratar con hostilidad». Por cierto, no existen palabras para «triunfo» o «satisfacción» en el texto original del Salmo 112:8, pero hay una acción de «mirar a alguien que causa angustia» « y no tener miedo».
Las cosas o personas que a menudo nos causan estrés no son nuestros enemigos, al menos no literalmente. Pueden ser familiares, amigos, compañeros de trabajo, y, a veces, completos desconocidos que no están conscientes de sus actos. No hay necesidad de temer ni de levantar los puños. Debemos enfrentarlos e interactuar con ellos. Mirar con cautela las cosas o personas que nos molestan, nos lleva a una resolución de conflicto. Observar y reconocer los obstáculos y problemas de cualquier tipo es el primer paso para superarlos con la ayuda del SEÑOR.
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