¿Hay conciencia en el Seól?
Por Dr. Nicholas J. Schaser
Según las Escrituras hebreas, los que mueren van a un reino post-mortem llamado (שאול; seól). Con base en ciertas interpretaciones de los versículos bíblicos, algunos lectores asumen que los que están en el seól carecen de conciencia y se encuentran en un estado de suspensión cognitiva antes de la resurrección, a veces llamado «sueño del alma». Sin embargo, la conclusión de que el seól es un lugar de inconsciencia proviene de un malentendido de versículos aislados leídos fuera de su contexto. Una lectura holística de los datos pertinentes muestra que la Biblia no excluye la conciencia después de la muerte.
El Qohélet (conocido en la tradición cristiana como el Eclesiastés) habla como si la existencia en el seól estuviera desprovista de conciencia: «Todo lo que encuentres en tu capacidad de hacer, hazlo con [todas] tus fuerzas porque no hay trabajo (מעשה; ma'asé ) o razonamiento (חשבון; jeshbón) o conocimiento (דעת; da'át) o sabiduría (חכמה; jojmá) en el seól, a donde vas» (Eclesiastés 9:10). Con base en esta aparente descalificación de las habilidades físicas o cognitivas en el más allá, es comprensible que los lectores lleguen a la conclusión de que los muertos están como dormidos en el seól. Sin embargo, los términos que usa el Qohélet aparecen a lo largo del libro como actividades que las personas realizan durante su vida en aras del desarrollo personal y mental. Una vez que la vida terrenal termine, argumenta el Qohélet, aquellos en el seól no ocuparán su tiempo con tales actividades de desarrollo.
Por ejemplo, Eclesiastés comienza señalando que la «sabiduría» (חכמה; jojmá) y el «trabajo» (o «labor», «obra»; מעשה) se realizan mientras uno vive en la tierra: «Dediqué mi corazón a buscar y a buscar por sabiduría (חכמה) acerca de todo lo que se hace debajo de los cielos (תחת השמים; tahát há'shamáyim). Este es un trabajo lamentable (literamente «mala ocupación»: ענין רע; inyán rá) que Dios ha dado a los hijos de la humanidad (לבני האדם; livnéi há’adám) …. He visto todos los trabajos (המעשים; há'ma'asím) que se hacen debajo del sol (תחת השמש; tahát há'shémesh) y he aquí, todo es vapor y afán de viento» (Eclesiastés 1:13-14) . Los seres humanos vivientes persiguen la sabiduría y el trabajo con el fin de aprender y obtener seguridad, pero ya no hay necesidad de adquisición personal o crecimiento intelectual en el seól. Así como la muerte impide la capacidad de uno para arrepentirse, el tiempo para obtener nueva sabiduría o realizar el trabajo ha pasado una vez que hemos fallecido. Sin embargo, este hecho no impide la noción de la conciencia continua de uno en el seól.
Eclesiastés es igualmente claro en que el «razonamiento» (חשבון; jeshbón) y el «conocimiento» (דעת; da'át) son actividades destinadas a sustentar a los vivos, no a los muertos: «Porque la protección de la sabiduría es como la protección del dinero, y la ventaja del conocimiento (דעת) es que la sabiduría preserva la vida de quien la tiene…. Dediqué mi corazón a conocer y a escudriñar y a buscar sabiduría y razonamiento (חשבון)» (Eclesiastés 7:12, 25). Al igual que con la sabiduría y el trabajo, el Qohélet se dedica al «razonamiento» en la tierra con el fin de encontrar nuevos conocimientos, que sirvan como baluarte contra las vicisitudes de la vida. En el seól no hay necesidad de estas medidas de protección ya que sus habitantes no tienen vida terrenal que preservar. Sin embargo, esta realidad en el ámbito post-mortem no es una negación de la agudeza o el estado de alerta en el más allá.
Por el contrario, varios versículos bíblicos describen la actividad continua de los que pasan. Por ejemplo, Ezequiel retrata a los difuntos líderes de las naciones saludando a otros cuando llegan al seól: «Los jefes poderosos con sus ayudantes hablarán de ellos en medio del seól [diciendo]: “Han descendido, yacen inmóviles, los incircuncisos. Muertos a espada”» (Ezequiel 32:21). De manera similar, Isaías dice del rey de Babilonia: «El seól abajo se agita para recibirte cuando vienes; despierta a los refaítas para saludarte; todos los que fueron líderes de la tierra; levanta de sus tronos a todos los que fueron reyes de las naciones» (Isaías 14:9). En estos casos (y otros), las Escrituras hablan de los muertos anticipando la llegada al seól, hablando desde su morada post-mortem e interactuando con la nueva admisión.
Aunque puede parecer que la Biblia designa al seól como un lugar donde se suspende la existencia, una lectura contextual de las Escrituras de Israel no respalda esta conclusión. Las Escrituras sostienen que los muertos no pueden expandir su intelecto o industria a través del aprendizaje y el trabajo, pero no prevén un estado de sueño después de la muerte. Pablo reafirma esta distinción cuando les dice a los filipenses: «Si he de vivir en la carne, eso significa para mí un trabajo fecundo… [pero] mi deseo es partir [de esta vida] y estar con el Mesías» (Filipenses 1:22-23). Pablo sabía que el trabajo terminaría después de su vida terrenal, pero también esperaba una relación continua con Jesús en la vida venidera.
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