La Torá y la presencia de Dios
Antes de que Josué entre a Canaán, Dios le dice: «Este libro de la Torá (ספר התורה; séfer ha’torá) no deberá apartarse (לא ימושׁ; lo yamúsh) de tu boca, sino que deberás meditarlo día y noche» (Josué 1:8). El hebreo para «no deberá apartarse» en este versículo no es común; antes de su aparición en Josué, este aparece solo tres veces en toda la Torá. En estos ejemplos anteriores, la frase comunica la falta de voluntad de Dios y de las personas de apartarse uno del otro. Por lo tanto, al decirle a Josué que no permita que la Torá se «aparte» de sus labios, Dios dice que para la persona que medita en las palabras de las Escrituras, el Señor está continuamente cerca; leer las palabras de Dios es experimentar la presencia de Dios.
La primer aparición del «no apartarse» viene en Éxodo, mientras los israelitas vagan en el desierto y Dios llega con ellos en medio de una nube y fuego: «La columna de nube de día y la columna de fuego de noche no se apartaron (לא ימישׁ; lo yamísh) de delante del pueblo» (Éxodo 13:22). En este caso, Dios permanece en relación con Israel mientras negocian la incertidumbre de su viaje por el desierto. Luego, Éxodo narra la cercanía de Dios a Moisés y Josué: «El Señor le habló a Moisés rostro a rostro, como un hombre le habla a su prójimo. Y [Moisés] regresó al campamento, pero Josué… no se apartó (לא ימישׁ; lo yamísh) de en medio de la tienda» (Josué 33:11). En dos ocasiones Éxodo utiliza «no apartarse» para resaltar la relación recíproca entre Dios y el pueblo.
Finalmente, la frase aparece en el contexto de la comunicación continua entre Dios y Moisés. Cuando, contra una advertencia divina, los israelitas eligen abandonar el campamento y atacar dentro de la batalla, la Torá observa que «el arca del pacto y Moisés no se apartaron (לא משׁו; lo mashú) del campamento» (Números 14:44). Una vez más, la Torá describe la proximidad de la presencia divina; el rechazo de Dios y Moisés de apartarse del campamento —o uno del otro— subraya la cercanía de su relación. Dado que la falta de voluntad de «apartarse» resalta la unión entre las personas y Dios, el decreto divino para que Josué no se «aparte» del «libro de la Torá», infiere que meditar en las Escrituras es mantener una relación con Dios.
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