¿Por qué Jesús pasa de largo?
Por Dr. Nicholas J. Schaser
Cuando se desata una tormenta mientras los discípulos están en el mar de Galilea, Jesús decide encontrarse con ellos en el agua. Sin embargo, mientras Jesús se dirige hacia los que están en el mar, el escritor del Evangelio agrega que «él pensaba pasarles de largo» (Marcos 6:48). Solo cuando los discípulos lo ven y reaccionan asustados, su maestro se vuelve para hablar con ellos. Pero si Jesús camina sobre el agua para salvar a sus alumnos que luchan, ¿por qué tiene la intención de pasar más allá de la barca? El Evangelio incluye esta curiosa información para conectar las acciones de Jesús con lo que Dios había hecho en el pasado.
Marcos afirma que cuando Jesús «llegó a [sus discípulos], caminando sobre el mar, quería pasarles de largo (παρελθεῖν; parelthein)» (Lucas 6:48). Este detalle puede sonar extraño, pero es crucial para entender a Jesús como aquel a través del cual Dios obra en la tierra. Cuando Moisés le pide a Dios que vea la «gloria» divina (כבוד; kavód), el Señor le dice que ningún ser humano «puede ver mi rostro» (Éxodo 33:20). En un acuerdo, Dios pone a Moisés en la hendidura de una roca y le dice que mire cuando la gloria haya pasado. En la traducción griega de este pasaje, Dios le dice a Moisés: «Cuando pase mi gloria (παρέλθῃ; parélthe), te pondré en la hendidura de la roca, y te cubriré con mi mano hasta que haya pasado (παρέλθω; paréltho). Y quitaré mi mano y verás mi espalda, pero mi rostro no será visto» (33:22-23 LXX). Moisés llega a ver la «espalda» de Dios (אחור; ajór), pero el Señor protege a Moisés bloqueando su visión del rostro divino.
Es esta narración a la que alude Marcos cuando Jesús camina sobre el mar tempestuoso. Para el lector sintonizado con Éxodo, la noción de que Jesús les habría «pasado de largo» a sus discípulos indica que el Mesías está haciendo un «acto de Dios» del tipo que vio Moisés en el Sinaí. Las palabras de Jesús a sus alumnos subrayan su identidad divina: «Tengan ánimo, soy yo. No teman» (Marcos 6:50). La traducción común de «soy yo» oscurece lo que realmente dice el Evangelio griego, que es «yo soy»(ἐγώ εἰμι; ego eimi), la misma frase con la que Dios responde a Moisés en la zarza ardiente según la Septuaginta: «Y dijo Dios a Moisés: “Yo soy (ἐγώ εἰμι; ego eimi)”» (Éxodo 3:14). Si caminar sobre el agua no fuese suficiente, el Evangelio incluye pistas lingüísticas sutiles para mostrar que Jesús recrea las palabras y las obras de Dios.
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