¿Qué importancia tiene la Torá?
Por Dr. Nicholas J. Schaser
Los cánones bíblicos tanto del judaísmo moderno como del cristianismo protestante comparten los mismos libros de las Escrituras de Israel, lo que la tradición cristiana llama el Antiguo Testamento. Sin embargo, el orden judío de estos libros difiere del orden de las denominaciones protestantes. En el judaísmo, la compilación de las Escrituras se llama Tanáj, un acrónimo de la división tripartita de la Torá (los Cinco Libros de Moisés), Nevi'ím (Profetas) y Ketuvím (Escritos). Cuando los lectores recorren el orden judío de las Escrituras de Israel, encuentran un patrón interesante: tanto la segunda como la tercera división (los Profetas y los Escritos) comienzan con recordatorios casi idénticos de la primera división, la Torá. De esta manera, se recuerda a los lectores la centralidad de la Torá y la necesidad de estudiar toda la Biblia con la Torá en mente.
Los Cinco Libros de Moisés, Génesis—Deuteronomio, tienen el nombre hebreo (תורה; Torá). Aunque las Biblias generalmente traducen תורה como «Ley», la palabra significa algo más cercano a «Enseñanza» o «Instrucción». Esta comprensión tiene más sentido, ya que Génesis es una narración, no una «Ley» y en Números aparece muy poco material legal. Más aún, las preocupaciones legislativas no aparecen hasta la mitad de Éxodo, e incluso Deuteronomio y Levítico tienen pasajes narrativos importantes junto con las regulaciones divinas. Desde una perspectiva cristiana, llamar a estos libros como la «Ley», puede hacerlos parecer legalistas, pero esta no es una forma precisa de entender las diversas enseñanzas e instrucciones esclarecedoras a lo largo de la Torá.
Después de la Torá, Josué inaugura los Profetas y los Escritos comienzan con los Salmos. Las dos últimas secciones de las Escrituras comienzan de manera similar que recuerda a los lectores la Torá. Antes de que los israelitas entren a Canaán, Dios le dice a Josué: «Este libro de la Torá (התורה; há'torá) no se apartará de tu boca; en ella meditarás (הגית; hagíta) de día y de noche (יומם ולילה; yomám vá'láila)» (Josué 1:8). Del mismo modo, las Escrituras comienzan diciendo que el justo se deleita «en la Torá (בתורה; b'torá) del Señor, y en ella medita de día y de noche (יהגה יומם ולילה; yehegé yomám vá'láila)» (Salmo 1:2). Los comienzos tanto de los Profetas como de los Escritos recuerdan la importancia de la Torá; la instrucción mosaica resuena en todo el Tanáj y recuerda a los lectores que toda la teología y la historia de Israel están construidas sobre la roca de la Torá.
La palabra para «meditar» (הגה; hagá) en estos versículos no describe la meditación como se le conoce en las tradiciones religiosas orientales como el budismo o el hinduismo; Josué no requiere la recitación de un mantra después de leer la Torá. En cambio, el hebreo הגה se refiere a pronunciar la Enseñanza divina en voz alta. La poesía de los Salmos aclara este significado de הגה como expresión audible: «La boca de los justos pronuncia (יהגה; yehegé) sabiduría y su lengua habla (תדבר; tedabér) justicia» (Salmo 37:30). La palabra para «pronuncia» en este Salmo es exactamente la misma palabra que aparece en el Salmo 1:2 al comienzo de los Escritos. Este entendimiento auditivo de «meditar» aclara por qué Dios le dice a Josué que la Torá «no se apartará de tu boca», lo que significa que el Señor quiere que los israelitas lean el libro de la Torá en voz alta.
Después de que Jesús resucitara de entre los muertos, habla de las Escrituras de Israel usando la misma división tripartita de Torá-Profetas-Escritos que el judaísmo mantiene hasta el día de hoy. Yeshúa les dice a sus discípulos: «Estas son mis palabras que les hablé cuando aún estaba con ustedes, que todo lo que está escrito acerca de mí en la Torá de Moisés y en los Profetas y en los Salmos se debe cumplir» (Lucas 24:44). Dado que Jesús describe la Torá como los cinco libros «de Moisés», los «Profetas» deben comenzar con Josué, y los «Salmos» indican el comienzo de lo que luego se llamaría los Escritos. Jesús habría sabido que los Profetas y los Salmos comenzaban con un llamado a meditar en la Torá, por lo que también les dijo a sus discípulos antes de su muerte y resurrección: «Es más fácil que pasen el cielo y la tierra a que quede anulada una tilde de la Torá» (Lucas 16:17).
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