Zelotes contra zelotes
Por Pinchas Shir
Este extracto de Jewish War (Guerra Judía) de Josefo describe las luchas internas de los zelotes entre ellos durante una revuelta contra Roma y Agripa II (siglo I d.C.). Menahém bén Yehudá, que muy posiblemente sea el mismo Menahém el esenio, se volvió extremadamente violento contra otros judíos y esto hizo que Eleazár bén Yaír y otros temieran la posibilidad de su futuro liderazgo. Josefo y las fuentes rabínicas atribuyeron la destrucción de Jerusalén y su Templo a la violencia brutal, el derramamiento de sangre prolongado y el odio infundado entre los judíos. Este extracto describe las acciones de los judíos revolucionarios contra otros judíos mientras buscaban la libertad de la dominación romana. En muchos sentidos, el texto de Josefo resuena con las advertencias de Jesús en los Evangelios sobre el odio, la violencia, la destrucción inminente y la guerra.
«Un tal Menahém, hijo de Judas, que se llamaba el galileo, actuó como comandante y tomó algunos de los hombres importantes con él, y se fue a Masada, (434) donde abrió la armería del Rey Herodes, y entregó armas no solo a su propia gente, sino también a los bandidos. Los nombró guardias y regresó de manera real a Jerusalén; así, se convirtió en el líder de la rebelión y dio órdenes para continuar con el sitio de la ciudad. (435) Pero necesitaban las herramientas adecuadas, y no era práctico socavar el muro, porque las flechas caían sobre ellos desde arriba. Pero, aun así, cavaron un pozo, desde una gran distancia, debajo de una de las torres y la hicieron tambalearse, y habiendo hecho esto, le prendieron fuego y lo abandonaron. (436) Y cuando los cimientos se quemaron abajo, la torre se derrumbó. Sin embargo, se encontraron con otro muro que había sido construido dentro; los sitiados (fuerzas de Agripa II) se dieron cuenta de antemano de lo que estaban haciendo, y probablemente la torre tembló al derrumbarse, por lo que huyeron a otra fortificación. (437) Los sitiados pensaron que el enemigo ya había ganado la partida... así que abandonaron su campamento... y huyeron a las torres reales: una llamado Hippicus, una llamado Phasaelus y otra llamado Mariamne. (440) Menahém y su partida atacaron el lugar de donde huían los soldados, y mataron a tantos de ellos como pudieron antes de que llegaran a las otras torres, saquearon lo que dejaron atrás y prendieron fuego a su campamento. Esto fue ejecutado el sexto día del mes Gorpiaeus [Elúl]. (441) Al día siguiente, el Sumo Sacerdote fue capturado donde se había escondido, asesinado en un acueducto, junto con Ezequías, su hermano, por los bandidos. Así las fuerzas revolucionarias sitiaron las torres y las mantuvieron custodiadas, para que los soldados no pudieran escapar. (442) Ahora bien, el derrocamiento de los lugares de fortaleza, y la muerte del Sumo Sacerdote Ananías, envalentonaron tanto a Menahém que se volvió incontrolablemente cruel, ya que pensó que no tenía oponentes para disputarle la administración de los asuntos, no era más que un tirano; (443) pero Eleazar y su grupo, cuando intercambiaron palabras entre ellos, vieron cómo no era apropiado cuando se rebelaron contra los romanos, por el deseo de la libertad, solo para traicionar esa libertad a cualquiera de su propio pueblo, y llevar un maestro, quien, aunque no debería ser culpable de violencia, era más vicioso que ellos. Como estaban obligados a nombrar a alguien para administrar los asuntos públicos, era mejor que le dieran ese privilegio a otra persona en lugar de a él. Entonces lo asaltaron en el templo (444) porque subió allí para adorar de manera ceremonial, adornado con vestiduras reales, y tenía a sus seguidores con él en sus armaduras. (445) Pero Eleazar y su partida lo atacaron, como también lo hizo el resto de la gente en la ciudad, y tomando piedras, se las arrojaron al comandante y esperando que, si llegaba a su fin, toda la revuelta se derrumbaría. (446) Menahém y su partida resistieron por un tiempo, pero cuando se dieron cuenta de que la multitud de la población de la ciudad los estaba atacando, huyeron y los que fueron atrapados fueron asesinados... (447) Algunos de ellos corrieron a Masada, entre ellos, quien fue Eleazar, hijo de Jario, que fue pariente de Menahém, y él mismo actuó después como tirano en Masada. (448) En cuanto al mismo Menahém, se escapó al lugar llamado Ofla donde se escondieron en secreto, pero lo capturaron vivo y lo sacaron delante de todos, lo atormentaron de varias maneras y, después de todo, finalmente lo mataron, como también lo hicieron con los capitanes que estaban debajo de él... esperaban que esto pudiera aportar algunas enmiendas a las prácticas sediciosas, pero los otros no tenían prisa por poner fin a la guerra contra los romanos, sino que esperaban llevarla a cabo con menos agresividad ahora que ellos mataron a Menahém. (Las Guerras de Josefo 2. 433-249, traducción de Whiston, modificada por Pinchas Shir).
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