¿Dónde está el llanto y el crujir?
Por Dr. Nicholas J. Schaser
Jesús advierte: «No temas a aquellos que matan el cuerpo pero no pueden matar el alma; más bien, teme al que puede destruir tanto el alma como el cuerpo en el Gehénna» (Mateo 10:28). La palabra griega para «destruir» (ἀπόλλυμι; apóllumi) denota pérdida de vidas (es decir, muerte; Mateo 2:13; 10:39; 26:52; 27:20), lo que indica que el Gehénna (comúnmente traducido como «infierno») consume a los que entran allí. Las imágenes en Mateo 25 de un incendio que trae el «castigo» de la muerte resalta la destrucción en Mateo 10:28 (consultar 25:41; Isaías 66:24; da clic aquí para leer más sobre esta imagen). Sin embargo, mientras Yeshúa describe un lugar de juicio restrictivo en el que las personas dejan de existir, también alude a la infractores «arrojados al horno de fuego donde habrá llanto y crujir de dientes» (Mateo 13:42, 50). Esta descripción parece sugerir que aquellos en el fuego permanecen conscientes y sensibles. Un análisis textual cuidadoso puede resolver esta aparente contradicción: el fuego destruye tanto el cuerpo como el alma, pero hay llanto y crujir de dientes antes de la destrucción.
Según Mateo, Jesús dice que «habrá llanto y crujir de dientes» en un «horno de fuego» (κάμινον τοῦ πυρός; káminon tou puros; Mateo 13:42, 50). Más a menudo, el lugar para esta emocionalidad escatológica es la «oscuridad exterior» (σκότος τὸ ἐξώτερον; skótos tò exóteron; Mateo 8:12; 22:13; 25:30). Ambas imágenes describen la misma realidad, y la «oscuridad exterior» puede aclarar el «horno de fuego». En Mateo, la «oscuridad» (σκότος; skótos) es una metáfora de muerte o destrucción inminente. Primero, el Evangelio cita a Isaías: «Las personas que habitan en la oscuridad (σκότος) han visto una gran luz, y para los que habitan en la región y en la sombra de la muerte (σκιᾷ θανάτου), una luz ha surgido sobre ellos» (Mateo 4:16; consultar Isaías 9:1 LXX). El ministerio de Jesús salva a aquellos que se encuentran bajo una muerte inminente. Segundo, el Sermón del Monte usa la «oscuridad» para ilustrar la avaricia con los tesoros terrenales que «la polilla y el óxido destruyen» (Mateo 6:19-23). Finalmente, antes de la muerte de Jesús «hubo oscuridad sobre toda la tierra» (Mateo 27:45) y, poco después, Yeshúa «entregó su espíritu» (Mateo 27:50). Donde hay oscuridad, la muerte no está muy lejos. Por lo tanto, cuando Mateo menciona el «llanto y el crujir» en la «oscuridad» exterior, los lectores deben imaginar la desesperación que ocurre justo antes de la destrucción en el Gehénna. Por extensión, el mismo escenario debería ser cierto para el «llanto y el crujir» en el horno de fuego: justo antes de la muerte, hay llanto y crujir de dientes.
En Lucas, Jesús confirma que «el llanto y el crujir de dientes» sucede antes de que los injustos entren en el Gehénna. Anticipando sus palabras a los rebeldes sobre el final de los tiempos, Yeshúa declara: «Apártense de mí, todos ustedes, obreros del mal. Habrá llanto y crujir de dientes cuando vean a Abraham, a Isaac y a Jacob, y a todos los profetas en el reino de Dios, pero [ustedes] son expulsados» (Lucas 13:27-28; consultar Mateo 8:11-12). La palabra griega para «expulsados» (ἐκβαλλομένους; ekballoménous) describe una acción que ocurre en el presente: como estas personas están en el proceso de alejarse de la presencia divina, lloran y rechinan sus dientes cuando ven a los justos en el reino cada vez más distante de Dios. Los marginados lloran y rechinan en su camino al infierno, no dentro de él. Según Mateo, después de esta expresión de emoción, los expulsados se extinguen (Mateo 10:28); nadie continúa gimiendo una vez que llegan al Gehénna. En la medida en que Lucas ilumina a Mateo, los Evangelios presentan una imagen coherente de una salida escatológica en la que la tristeza y la ira —«el llanto y el crujir de dientes»—preceden a la muerte decisiva fuera de la vida eterna.
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